Fue al comienzo de mi carrera profesional, en los 90. Solo existía Cannes. Bueno, y para los españoles, el Festival de San Sebastián. Cannes era algo con lo que soñábamos. Esperábamos con avidez a que llegara el video o el u-Matic con los anuncios ganadores. Veíamos esos u-Matic como una ceremonia iniciática, boquiabiertos. Los reveíamos. Los rerreveíamos. Los escudriñábamos, estudiábamos, analizábamos. Qué bien estaba rodado todo. Ooooooh. Los actores ingleses, qué buenos. Las campañas americanas, qué graciosas, qué grandes, y con famosos-famosos, no como los de aquí. Era el referente, lo que marcaba el camino de lo que está bien y lo que está mal. Y qué bien sonaba todo en inglés, qué pequeñito se sentía uno. Estaba tan lejos de eso.
Pero pasaron los años y me salió barba en la profesión. Nadie parecía haberse dado cuenta de que yo era un fraude en toda regla y bueno, seguía haciendo campañas. E Internet, eso que al principio era algo residual, comenzó a abrirnos puertecitas por las que asomarnos. Surgieron algunos medios online que nos permitieron ver qué se hacía más allá del establishment anglosajón. Una de esas puertecitas cambió para siempre mi forma de ver la publicidad.
Comencé a ver anuncios de Agulla & Baccetti, de Santo… campañas rodadas con la mitad de la mitad de la mitad del presupuesto de esas campañas de los u-Matic de Cannes. Pero me pellizcaban el corazón infinitamente más que las anteriores. Aquellas me dejaban boquiabierto, estas me desnudaban. Me hablaban a mí, era como si me conocieran de toda la vida. Mi idioma, mis costumbres, mis dejes y mis manías, de repente, salían a relucir y se hacían campañas de eso absolutamente hilarantes, inteligentes, brillantes, surrealistas, descaradas, y que celebraban mi cotidianeidad. Dime cómo es tu barrio, y te diré cómo es el mundo, me gritaron. Antes de abrirse puertas como LatinSpots yo no sabía nada.
O al menos sabía de mí mucho menos de lo que me creía. ¡Yo también quiero contarlo! Fue como una gran democratización. Mi visión de la publicidad cambió. Simplemente porque valoro infinitamente más lo que me entra por la piel. Hoy, no lo puedo evitar, sigo disfrutando más viendo la bobina de El Ojo, que viendo la bobina de Cannes. Ésta, obviamente, es perfecta. Pero las otras hablan de mis imperfecciones. Felicidades por estos 25 años y gracias, muchísimas gracias, LatinSpots.
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