Temer y la encrucijada de un país en llamas

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(18/05/17). El Presidente de Brasil Michel Temer afirmó públicamente en un discurso esta tarde que no renunciará y remarcó que no es culpable de las acusaciones de corrupción a pesar del video hecho público ayer en las que se lo ve involucrado. A continuación, una reflexión sobre la crisis que atraviesa el país por Daniel Oiticica, desde Río de Janeiro, y Santiago Keller Sarmiento, desde Buenos Aires.

Si faltaba algún ingrediente-o prueba- de que el Presidente de Brasil, Michel Temer, también es culpable del proceso de corrupción que vive la política brasileña, ya no falta más. La información publicada el miercoles 17-5 por el diario O Globo, el mismo que lo ayudó a llegar al poder a través de un golpe institucional, asegura que existe una grabación en manos de la Justicia en la que se escucha a Temer autorizar a comprar el silencio del ex diputado encarcelado Eduardo Cunha para que no hable de las coimas, abrió una crisis dentro de la crisis, cuyas consecuencias por el momento tiene pronóstico reservado. Temer por ahora afirma que no renuncia pero cada hora son más fuertes los pedidos de elecciones directas anticipadas.

Según O Globo, Temer fue grabado el pasado 7 de marzo mientras hablaba con Joesley Batista, uno de los poderosos empresarios dueño del grupo JBS, del sector de alimentos el cual está colaborando con la justicia y tenía escondida una grabadora. En la grabación, según la nota de O Globo Joesley comentaba que estaba pagando una mensualidad al ex diputado Eduardo Cunha, a lo que Temer le contesta: “Eso tienes que mantenerlo, ¿ok?”. En su denuncia, dice O Globo, el empresario asegura que quien ideó el pago a Cunha no fue Temer, pero que el presidente sí sabía que se hacía. La Justicia brasileña no confirmó ni tampoco desmintió la información, pero según varios medios locales, investigadores de la policía confirmaron el contenido de la denuncia.

Tan solo algunos minutos después que la página del diario publicó la noticia, el asunto fue el destaque principal del más importante telediario informativo de Brasil, el “Jornal Nacional”. Luego, algunos minutos más tarde, la Avenida Paulista, una de las principales vías de tráfico de San Pablo, la capital financiera del país, se llenó de manifestantes. En Brasilia, centro del poder, manifestantes, en menor número, también salieron a ocupar las avenidas aledañas al Palacio del Planalto, sede del gobierno brasileño.

La sensación de quienes estaban en otras capitales del país, como Río de Janeiro o Belo Horizonte era que la distancia geográfica del gran centro político del país, al fin y al cabo terminaba impidiendo que las protestas populares pudieran generar la presión suficiente para hacer temblar el poder con lo que se conoció ayer. Lejos de tener colmadas a una Plaza de Mayo, en el caso de Argentina, o una Plaza de la Constitución, en el caso de Chile, la fragmentación de la ira popular, terminó influyendo en lo que fue una tímida primera reacción oficial del gobierno. A casi tres horas de publicada la información, el Palacio del Planalto emitió una nota en que declara que “el Presidente Michel Temer jamás solicitó pagos para obtener el silencio del ex diputado Eduardo Cunha, ( NdeR: quien fuera uno de los principales impulsores de la destitución de Dilma). No participó, ni tampoco autorizó cualquier movimiento con el objetivo de evitar la delación o colaboración con la Justicia”. Esta tarde, en su primera aparición pública después de publicadas las denuncias, afirmó que no renunciará y remarcó que no es culpable de las acusaciones de corrupción en las que se ve involucrado.

Casi ya no se hablaba de la Presidenta Dilma Rousseff y el proceso del cual fue víctima, que le abrió las puertas del poder a Temer. Pero muchos no se olvidan de la injusta situación que tuvo que vivir, ya que en toda la trama que involucra a más de la mitad de la clase política brasileña, a Dilma en ningún momento nadie pudo comprobar que haya cometido cualquier acción de corrupción. Ayer, durante la emisión del Jornal Nacional, mientras una de las noteras relataba el caso desde dentro de la Cámara de los Diputados, detrás de ella, una mujer mantenía bien en alto un pedazo de cartón escrito a mano que decía: “Yo voté a Dilma”. Y así se mantuvo durante los casi dos minutos en que la notera transmitió sus informaciones.

Es difícil hacer cualquier proyección de lo que puede resultar de las denuncias en contra de Temer. Incluso en relación a lo que pasaría si renunciara o sufriera un proceso relámpago de impeachment, algo muy improbable por ahora. En la línea sucesoria está Rodrigo Maia, 46 años, chileno naturalizado brasileño, miembro del Partido de derecha Demócratas, y actual Presidente de la Cámara de Diputados, pero uno a los que también ya han nombrado y a quien están investigando en la Justicia. No se descarta que pueda haber un llamado a nuevas elecciones o incluso que se elija un nuevo Presidente de forma indirecta entre los congresistas brasileños.

Será misión de la sociedad brasileña exigir que todo esto no quede solo en la nada y y menos en la obvia afirmación de inocencia de Temer. La calle será un termómetro importante, más allá de lo aislado que queda el centro de poder en Brasil. Río y San Pablo ya demostraron en otros momentos históricos que pueden influenciar la política con sus calles colmadas. Los medios también tendrán su influencia, mucho más reducida por la fuerza de las redes sociales y el poder de convocatoria a partir de ellas. En las manos del pueblo brasileño está el futuro del país y tambien de como afectará a Latinoamérica y de los urgentes proyectos de inclusión que todos necesitamos en nuestra región.

Los brasileños tendrán que reflexionar sobre por qué consintieron y aceptaron un golpe institucional a una presidenta electa con el 51,64 por ciento de los votos a pocos meses de haber asumido, y destituida en un impeachment motorizado por los medios de comunicación, entre ellos O’Globo, el poder judicial, y donde los que lideraron y votaron la destitución eran miembros destacados de la dirigencia acusada de corrupción ( de hecho Cunha está hoy preso) y que procuraban con este golpe, evitar que se investigue a fondo quienes eran los corruptores y los corruptos. Un año y pico después, con una caída del PBI y de la actividad económica sin fin, con destrucción de puestos de trabajo con 14 millones de desocupados, aumento de la desigualdad, y en particular en el ámbito de la publicidad, con reducción de personal en las agencias, productoras y medios, el país se encuentra esperando que el Presidente Temer asuma su responsabilidad y renuncie a un puesto al que nunca debió haber llegado si respetaba la legitimidad democrática. Pero todo dependera del compromiso de la sociedad con la democracia y la ética. 

foto: Agencia Brasil / fotógrafo Valtet Campanato

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