El autor explica por qué China se sigue resistiendo a los ideales occidentales, incluso a medida que el país se moderniza, mientras que por el otro lado, se sigue sintiendo impulsado por un profundo sentimiento de nacionalismo, una compleja moralidad, una profunda conexión con la historia, y la preferencia por la familia en lugar del individuo.
El lograr destacar mientras se adapta, un optimismo ambicioso y la estabilidad sobre todo, son las características clave que describen la visión que China tiene del mundo actual y los secretos que se necesitan para poder posicionar a una marca en el mercado chino. Este es el motivo por el cual funcionaría una estrategia mercadológica que apela al individualismo. El autor ofrece el ejemplo de la penetración de los anillos de compromiso con diamantes que ha crecido de 8 a 80 por ciento durante los últimos quince años cuando DeBeers entró al mercado y reposicionó su famoso lema “Un Diamante es Para Siempre” para darle un sentido de compromiso confiable en lugar de un amor romántico. Pizza Hut permite que los padres ambiciosos reconozcan el desempeño académico de sus hijos con “fiestas de victoria”. En todos lados se ven bolsas Louis Vitton que enfatizan el nombre de la marca de manera muy visible, mientras que no existe ningún interés en comprar artículos de lujo para el hogar como ropa de cama o aparatos que la sociedad no puede ver y reconocer. Decenas de perspectivas como éstas ponen a los impulsores del negocio, la mercadotecnia y de los consumidores en el entorno de la visión distinta y perdurable que tiene el pueblo chino del mundo entero.
“Las tasas de divorcio han pasado de ser casi inexistentes a más del cuarenta por ciento en las ciudades chinas de primer nivel. Las relaciones sexuales prematrimoniales, que eran condenadas durante la década de los ochentas, ahora son un requisito previo a la boda. Pero la familia sigue siendo su eterno eje central. Los jóvenes chinos se sienten tan intoxicadas por el pop cool de la serie Glee y la sofisticada locura del Big Bang Theory como sus homólogos americanos. No obstante, los chinos jamás abandonarán las verdades culturales y cosmológicas que han unido a China desde la Edad del Bronce y de hecho, las aprovecharán para adaptarse a su mundo tan cambiante”, escribe Doctoroff.
El conflicto confuciano que une al pueblo chino está al centro de la tensión que existe entre la motivación que siente el chino por proyectar sus logros y su estatus mientras se cobija con el conformismo que permea en un país plagado por la corrupción. Explica la razón por la cual la creciente clase media de China sigue prefiriendo un BMW en lugar de un Porsche, así como pagos en efectivo en lugar de transferencias electrónicas, y una sólida administración piramidal, con una jerarquía tradicional en lugar de la colaboración creativa.
Doctoroff desmitifica la idea de que las ambiciones de los chinos significan que China quiere “vencer a los Estados Unidos” al explicar que sólo desea poder pararse a su lado con orgullo.
Las perspectivas de Doctoroff serán invaluables para cualquier ciudadano occidental que desea conocer a un pueblo cada vez más influyente, así como para los ejecutivos que comercian en la segunda mayor economía del mundo, y los comerciantes que esperan poder penetrar el mercado más elusivo del mundo que tiene el potencial de ser un mercado enormemente rentable.
“Lo que los chinos quieren” desenmaraña los misterios y los mitos de la China moderna al hablar de tantos temas que abarcan todo desde las madres tigre hasta los piratas de DVD, desde su aceptación del festejo navideño y American Idol hasta su enfoque gradual en la apreciación de la moneda.