Después de cada pedido, los clientes eran sorprendidos con un sonido explosivo de la orquesta cantando el nombre de la hamburguesa. Los músicos se escondían a 50 metros, en un predio vecino, y observaban en vivo los pedidos a través de pantallas. Cuando el consumidor se sentaba en la mesa y antes de dar el primer mordisco, una cantante soprano lo sorprendía preguntando su nombre, que luego era cantada en coro por la orquesta entera.
Mediante “Always Open for Good Times” la agencia buscó captar las distintas reacciones de los consumidores tanto al escuchar la orquesta como a la hora de morder el sándwich.