Filmada totalmente en stop motion, con un equipo de cinco profesionales y en un escenario de solo 2m2, en formato de teatro, la animación rescata la memoria de Gabriel Nóbrega, quien siguió al padre durante años como baterista de su grupo. Las escenas están inspiradas en dibujos que el director, cuando adolescente, creaba en el ámbito familiar, en los ensayos en estudios y giras por Brasil y por el mundo.
“Este es un proyecto muy especial, pues además de recordar tantos momentos que viví al lado de mis padres, pude transformarlo en una animación stop motion, que es uno de los áreas da producción que más me gusta. Fueron cuatro meses duros de trabajo, pero muy gratificantes”, comentó Nóbrega.
Para la producción, el director utilizo materiales reciclables, como botellas de plástico, que ayudaron con la simulación de las olas del mar. Con una hoja plástica, las luces del escenario se reflejaron en el material, haciendo posible el efecto de una aurora boreal, sin recursos de post producción. Todos los objetos están hechos a mano, en el mismo estudio de Vetor Zero/Lobo. En escenario ganó un formato de teatro y las escenas se montaron in loco, con la mecánica de una obra de teatro.