Para la Generación Z y Alpha, los videojuegos han dejado de ser un simple canal de entretenimiento. Hoy, representan entornos seguros donde las y los jóvenes pueden expresar ideas, construir comunidad y participar activamente en la conversación pública, muchas veces alejados del ruido y la presión de las redes sociales tradicionales.
De acuerdo con Newzoo, el 74 % de los gamers se conectan a un juego solo para convivir con sus amigos, sin siquiera jugar. Este comportamiento revela que los videojuegos se han transformado en plataformas de interacción genuina, similares a los inicios de redes como MySpace o Facebook, donde el enfoque estaba en el vínculo humano más que en la creación de contenido o la validación externa.
En este sentido, las nuevas generaciones han comenzado a moldear sus propios ecosistemas digitales. La Gen Z dedica un 17 % de su tiempo libre a jugar y la Gen Alpha lo hace en un 21 %, convirtiendo a los videojuegos en su principal fuente de entretenimiento y un motor cultural. Esto los convierte en una generación que crea ecosistemas alrededor de sus videojuegos favoritos, ya sea siendo jugadores, consumiendo contenido relacionado y creando comunidades en línea. El auge de plataformas como Roblox lo demuestra. Esta herramienta no solo permite jugar, sino crear mundos virtuales personalizados mediante entornos accesibles. Según Exclusible, las y los usuarios de la Gen Z y Alpha invierten un promedio de 2.4 horas diarias en esta plataforma, construyendo espacios propios que funcionan como salas de reunión, puntos de encuentro y escenarios de expresión.
El metaverso se ha convertido en un espacio fundamental para el activismo digital juvenil, permitiendo que niñas, niños y adolescentes se expresen sin exponerse a riesgos físicos ni ser desacreditados por su edad. Ejemplos como la protesta por Palestina en Roblox (con más de 275,000 visitas, según CNBC) o el mapa conmemorativo en Animal Crossing durante el movimiento Black Lives Matter demuestran el poder político de estas plataformas, fenómeno que también ha ganado fuerza en América Latina.
En Venezuela, tras denuncias de fraude electoral, jóvenes se manifestaron en el juego Brookhaven, también dentro de Roblox. Según la usuaria que lideraba el movimiento, la mayoría de los participantes tenía entre 15 y 20 años, destacando el papel activo de los adolescentes en causas sociales relevantes a través de medios digitales.
Para las marcas, estos entornos representan mucho más que simples canales de publicidad: son comunidades vivas con dinámicas propias, donde la autenticidad y la relevancia pesan más que la publicidad. De acuerdo con Karla Robles, Manager de Planning en Cheil México, “Las nuevas generaciones buscan marcas que compartan sus valores, que demuestren responsabilidad social y ambiental, y que no tengan miedo de tomar posturas en temas importantes. La transparencia, incluso en los errores, es más valorada que la perfección.” Por ello, la Gen Z y Alpha valoran las marcas que entienden su lenguaje, participan de forma orgánica y aportan valor real a sus experiencias digitales.
Participar en entornos relacionados con el activismo y la diversidad no solo fortalece la conexión emocional con los jugadores, sino que también posiciona a la marca como un actor relevante en las conversaciones que importan a estas generaciones, siempre muy alienado a la misión, visión y valores de cada marca.
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