Bajo el título “Somos una agencia de publicidad fracasada”, los líderes compartieron con el público su visión sobre por qué ser pésimos creando para la publicidad tal como la conocemos convierte a W+K en una potencia creativa.

“En Wieden no hay proceso, hay filosofía”, comenzó Jatene. “Tenemos un solo diagrama, con un chip en el centro. No hay más. No tenemos otra guía que esa: buscar la verdad”. Y esa verdad —explicaron— no es un brief, ni un insight. Es algo más profundo, casi emocional. “Se trata de encontrar la voz de la marca, su alma. Y mantenerla viva, evolucionarla durante 40 años. Eso es lo que nos copa”, dijo Yago.

La charla transitó entre anécdotas, risas y reflexiones sobre la esencia del trabajo creativo. “Crear una cultura que permita hacer buen trabajo es la clave. Y ayudar a las marcas a tener un punto de vista en la cultura, no solo en la categoría”, agregó Jessica.

Uno de los momentos más poderosos llegó cuando recordaron el legado de Dan Wieden, uno de los fundadores de la agencia: “Independencia es todo”. “No pertenecemos a nadie. Wieden está en un trust que no puede ser vendido, ni absorbido, ni fusionado. Eso nos da libertad para poner la creatividad antes que las finanzas, y para proteger nuestra actitud”, explicó Mathias.

Entre los llamados “Wiedenismos” —frases que definen la filosofía de la agencia—, surgieron máximas simples pero contundentes, que resumió Yago: “no creérsela, no ser hijo de puta, escuchar a los demás. Esas reglas son nuestro código humano”.

La conversación también reveló cómo se vive esa cultura internamente: el modo de contratar talento, el valor de la diversidad de intereses y la importancia de las conversaciones reales. “En las entrevistas no hablamos de publicidad. Hablamos de música, libros, fútbol. Buscamos superpoderes distintos. No queremos repetir talentos”, dijo Jessica entre risas.

“Nos asustamos, nos equivocamos, y nos abrazamos”, sintetizó Yago. “Porque si apuntás a hacer arte y fallás, quizás lográs una gran campaña. Pero si apuntás solo a hacer una gran campaña, probablemente termines haciendo lo siguiente”.

En esa búsqueda constante, el fracaso es parte del proceso. “Sabemos que las probabilidades son mínimas, pero igual lo intentamos todos los días. Porque de eso se trata: de fallar y soportar”, dijo Mathias.

“Estamos en Wieden para hacer el mejor trabajo de nuestras vidas”, afirmó Jatene. “Todas las discusiones, toda la fricción, todo el caos son sobre el trabajo. Es lo único que importa”.

Sobre su relación con los clientes, Jessica fue tajante: “No existe solo de un lado. Tenemos clientes estúpidamente chingones, que buscan este tipo de trabajo. Nos eligen porque saben quiénes somos y qué esperar”. Esa honestidad brutal también define el vínculo: “A veces duele, pero funciona. Hemos llorado, peleado, discutido. Pero es una relación honesta. Y eso es lo que hace que el trabajo sea mejor”, agregó.

Para cerrar, Jatene dejó una reflexión que resumió el espíritu de Wieden+Kennedy: “Hay que intentar hacer cosas más grandes que la industria. El mundo es mucho más grande que lo que hacemos. Si el trabajo logra tocar algo más allá de la publicidad, entonces valió la pena”.