Mis medidas son 40 por 60 cm. Fui impreso en papel de alta definición y mi peso es de 250 gramos. Soy exactamente como cualquier otro cartel. Con un detalle: Soy HIV positivo. Eso mismo que acabas de leer. Soy portador del virus. Cargo en mi una gota de sangre HIV positivo. De verdad. En este momento, vos podés estar dando un paso atrás, preguntándote si ofrezco algún peligro. Mi respuesta es: Para nada. El HIV no sobrevive afuera del cuerpo humano por más de una hora. Por eso la sangre de este cartel no trae ningún peligro así como convivir con un HIV positivo tampoco lo trae. Sí, vos podés convivir conmigo y con cualquier persona con HIV positiva lo más bien. Nosotros podemos ejercer nuestra función en la sociedad perfectamente y me arriesgo a decir que si no les hubiera contado que tengo HIV, tal vez no lo hubieras notado. Porque ser HIV positivo no determina quién sos. Sea para un cartel o para un ser humano. Si el prejuicio es la enfermedad, su cura es la información 

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