La publicidad mexicana se encuentra todavía inmersa en un proceso de transformación y crecimiento que empezó hace aproximadamente cinco años pero que todavía no llega a su término. La creatividad que parecía estar ganando terreno durante 1998 con los numerosos premios recibidos en el Fiap y con el incipiente reconocimiento en los festivales internacionales no alcanzó a concretarse con la fuerza necesaria para teñir con un toque original y distinto a los comerciales mexicanos. El nivel de la producción sí se destaca con respecto al de las ideas. No obstante, todo está ahí. A punto de suceder.
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