Entrevistas - Perú

La Ibérica: Tradición, esencia y calidad

La Ibérica: Tradición, esencia y calidad

(20/11/20). En Perú muy pocas empresas han podido trascender por más de 100 años, forjando una historia, costumbres y tradiciones propias, respetando además sus valores, su visión y la calidad de sus productos. Estas características son las que hoy definen a La Ibérica, una marca centenaria, reconocida como una emblemática fábrica de chocolates en el país. En la siguiente entrevista, Claudia Vidaurrázaga, Gerente Comercial de La Ibérica y nieta de su fundador, Juan Vidaurrázaga Menchaca, repasa la historia de la compañía, los esfuerzos de su abuelo y la continuación de su legado, siempre velando por mantener la esencia, la calidad y las recetas de los productos

-¿Cómo inicia la historia de La Ibérica?
-Mi abuelo regresó al Perú en el año 1904 luego de haber realizado estudios de Ingeniería en España. Fue convocado por su padre para apoyar en el negocio familiar, una ferretería. Sin embargo, él había tenido en España un compañero de carpeta cuyo padre tenía una fábrica de chocolates, lo que despertó su interés. Así que al volver toma la iniciativa de montar su propia fábrica de chocolates, idea que fue aceptada por su padre, recibiendo todo su apoyo. Entonces, mi abuelo retornó a Europa por un tiempo, para aprender todos los secretos de la elaboración del chocolate fino.


-¿Cuáles fueron los primeros pasos con los que don Juan comenzó la empresa?
Empezó él mismo tostando y moliendo los granos de cacao con la ayuda de un batán de piedra. El primer producto que elaboró fue la tableta de chocolate a la taza. Así nació La Ibérica, de una manera artesanal. Con los años, montó una pequeña fábrica en la casona ubicada en la esquina de las calles San José y Jerusalén, en el centro de Arequipa. Allí desarrolló nuevos productos, como el chocolate con azúcar (para consumirlo directamente como un dulce) y después llegaron los bombones, toffees, mazapanes y turrones.

-¿Cómo se ha mantenido esa autenticidad que heredaron a lo largo de estos más de 100 años?
-El firme propósito de hacer productos de calidad, sin sustitutos, pasó de mi abuelo a sus hijos (la segunda generación Vidaurrázaga) y de éstos a la tercera generación, donde yo me encuentro. Un ejemplo de esto es respetar las recetas originales y la calidad de materias primas, como el cacao Chuncho del Cusco, que hoy es reconocido mundialmente, pero que mi abuelo utilizó desde el inicio para elaborar los chocolates. Otro aspecto importante que infundió mi abuelo fue la consigna de que hacía empresa para dar trabajo a la gente (sobre todo a las mujeres) y no para hacerse rico. Siempre fue un hombre austero para hacer negocios, justo y responsable con sus trabajadores, además de generoso y solidario. Cuando falleció, muchas personas se acercaron a mi abuela para agradecerle por la ayuda que les había brindado: tratamientos médicos, matrículas en colegios, útiles escolares, dinero para salvarse de un desahucio o para costear un sepelio. A pesar de las innovaciones y el crecimiento, seguimos manteniendo 60% del proceso de producción de forma manual. Existe maquinaria moderna que nos permitiría producir mayores volúmenes en menor tiempo, pero en algunos casos sacrificaría la calidad del producto final. Todo esto, en conjunto, es la manera en que La Ibérica se mantiene auténtica, fiel a sus principios y valores, conservando por sobre todo la calidad de sus productos.


-La Ibérica ha presentado su nueva campaña denominada: “La Ibérica, auténtico chocolate”. ¿Qué nos puedes contar sobre esto?
-Creemos que una marca puede hablar de autenticidad cuando ha recorrido un largo camino, cuando ha sido fiel a sus creencias y tradiciones. Cuando su trayectoria ha sido coherente con sus acciones. La Ibérica es una marca auténtica, por lo que hacemos y por lo que los consumidores saben de nosotros, de nuestra historia, nuestro origen y la calidad de nuestros productos. Es momento de declarar que el verdadero chocolate es el nuestro.

-¿Qué podemos ver con esta nueva propuesta de La Ibérica?
-En esta campaña queremos comunicar todo aquello que el consumidor ve en nosotros: una marca auténtica, tradicional, con productos de calidad y sabor inigualable. Productos que lo han acompañado a lo largo de su vida, en algunos casos desde la niñez hasta una edad avanzada. El consumidor de La Ibérica ve en nuestros chocolates no sólo atributos tangibles, sino también productos con un fuerte contenido emocional: gratos recuerdos, momentos inolvidables o fechas especiales. Todo esto viene a su mente cuando tiene un producto nuestro entre sus manos.


FOTO: Juan Vidaurrázaga Menchaca (fundador La Ibérica) junto a su esposa Sofía Zimmermann de Vidaurrázaga.


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