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Después del terremoto en México, las palabras de Raúl Cardós

Después del terremoto en México, las palabras de Raúl Cardós

(20/09/17). Unas horas después de que el terremoto de 7,1 grados sacudiera nuevamente a México, dejando a decenas de muertos y una escena angustiante por donde se la quiera ver, el Fundador de (anónimo) se tomó un tiempo para describir todo lo vivido durante el día de ayer, 19 de septiembre, fecha en la que casualmente se conmemoraron 32 años del trágico sismo de 1985. A continuación: "Amigo, a ti que vives fuera, déjame contarte un poco sobre mi México", por Raúl Cardós.

Un día que hace 32 años, para ser exactos, nos marcó a todos los mexicanos para siempre. Hace 32 años sufrimos un terremoto (porque no se le puede llamar “temblor”, creo) que afectó gravemente a nuestro querido país.


Lo que pasó entonces, todo el mundo lo vio. La energía, bondad, el cariño y la increíble voluntad de un pueblo unido para ayudarse a salir adelante y levantar a su ciudad y a su país de los escombros fue algo que jamás se había visto. Exactamente un año después, le abríamos la puerta al mundo para celebrar un mundial de fútbol. Sí, así de grande fue nuestra capacidad para levantarnos. Así de grande nuestro corazón y nuestra voluntad.


Ese 19 de septiembre nos cambió la vida a todos los que lo vivimos. La ciudad no estaba preparada para soportar un sismo de esa magnitud y desafortunadamente, tuvimos que aprender a la mala. Pero aprendimos. Nos preparamos. Entendimos que teníamos que hacer algo y, afortunadamente, se hizo. Desde hace años, por ejemplo, cada 19 de septiembre se llevan a cabo “simulacros” en toda la ciudad para estar preparados por si un evento similar se volvía a dar.


Hoy, 19 de septiembre, justo 32 años después, los mexicanos nos levantamos recordando aquel día de 1985. Y a las 11 de la mañana, en toda la ciudad, se llevó a cabo, como siempre, el simulacro.


Yo iba camino a una junta y llegué tarde por la cantidad de gente que estaba afuera de las oficinas organizada, caminando, esperando, “ensayando”. Tomé un par de fotos con el celular y pensé “qué bien que hayamos aprendido de esto por si algún día se necesita".


No tenía idea en ese momento, de que exactamente dos horas después, lo íbamos a necesitar.


Era la una de la tarde con 14 minutos. Salía de mi junta (afortunadamente, porque era en un décimo piso) e iba en el auto rumbo a la Academia Mexicana de Creatividad, situada en el corazón de la colonia Condesa, cuando sentí algo muy raro en el auto. El piso se movía de un lado a otro, como si se estuviera abriendo la tierra debajo. Vi de pronto a gente corriendo en la calle, gente que se bajaba de sus autos e hice lo mismo, justo en el instante que los enormes vidrios de una concesionaria estallaron frente a mí. El ruido fue ensordecedor. Sentí que el piso se movía más fuerte y empecé a marearme.


“Está temblando otra vez”, pensé. Esperé un poco a que pasara, me subí al auto y me fui, asustado. Mientras bajaba por Avenida Constituyentes y escuchaba en la radio los primeros informes sobre el temblor veía pasar decenas de ambulancias en el tráfico.


“Esto no es normal, estuvo mucho más fuerte de lo que reportan en el radio”.
El resto, lo supimos después y, a estas alturas, ya todos lo sabemos.
19 de septiembre. 32 años después, la vida, la naturaleza, lo que sea, nos pone a prueba otra vez.


Es mucho lo que aparece en las noticias, por las redes sociales y demás, han sido muchísimos los mensajes de apoyo y cariño que he recibido de mucha gente, no solamente aquí, en México, sino en el extranjero.


Lo primero que quiero hacer, es agradecerle a todos y cada uno de los que se han tomado el tiempo para escribirme, para ver si estamos bien, por hacerme sentir su cariño y su apoyo. En momentos como estos, créanme, recibir un mensaje, cualquiera que sea, es increíble.


Gracias a todos y cada uno de ustedes, de corazón.


Ahora, habiendo escrito eso, quiero pasar a contarles un poco sobre lo que estamos viviendo en estos momentos en mi país.


Lo pensé mucho antes de decidirme a escribir esto porque créanme, no exagero cuando les digo que cualquier cosa que pueda expresar sobre lo que está sucediendo se quedará muy corta en comparación con la realidad. Siento, en estos momento, que ni el mejor escritor del mundo, ni el mejor relator de historias que exista, podría expresar con justicia la forma en la que los mexicanos nos unimos para salir de la adversidad.


Empezaré por contarles sobre mi visita al Costco por la tarde, donde me encontré con cientos de personas prácticamente vaciando la tienda, con carritos llenos de lo que fuera, agua, comida, refrescos, mantas, calentadores, medicinas, de todo. Colas y colas de gente comprando cosas al mayoreo para llevar a los centros de acopio, para ayudar a los que lo necesitan. La tienda, no les miento, prácticamente se vació durante el tiempo que estuve ahí.


Llegué a casa y me encontré con mi hija Ximena, que me comentó que a su amiga Romina se la había ocurrido “prestar la casa” como centro de acopio para recolectar víveres y llevarlos a algún lugar para ser distribuidos. Empezó a llegar gente…y gente… y gente. Amigos, vecinos, desconocidos, gente de todo tipo, a dejar cosas a mi casa. A las 8 de la noche nos fuimos al súper más cercano a casa, de donde nos dijeron que a las 11 saldría un trailer con toda la ayuda de los vecinos. El trailer estaba prácticamente lleno, al grado de que nos dijeron que necesitarían mandar uno más para seguir cargando. Ahí nos encontramos de nuevo con gente, haciendo cadenas de carga para vaciar la ayuda de los autos que prácticamente colapsó la avenida que llega a nuestro barrio. Hombres, mujeres, mujeres embarazadas, jóvenes, niños, todos cargando, todos ayudando, todos bajando cosas de los autos.


Estando ahí me crucé con un tipo que me pidió el celular (se le había acabado la pila) para llamar a su empresa de construcción y autorizar que todo su equipo de construcción dejara las obras y se pusiera a disposición del gobierno de la ciudad. Me contó que se le había cortado la comunicación minutos antes y que su director de obras no quería mover las máquinas por miedo a que él se lo recriminara. “Pero cómo se lo voy a recriminar”, me dijo con lágrimas en los ojos mientras marcaba “mi abuelo falleció en el terremoto del 85. Si mi compañía quiebra por ayudar, me importa un carajo”.


Imágenes de gente ayudando, estoy seguro de que todos han visto por la televisión, en las noticias o en las redes sociales. Yo he recibido muchos mensajes de chicos de la agencia que están literalmente removiendo escombros en estos momentos, de amigos de productoras que han enviado equipos de iluminación para que los rescatistas puedan seguir trabajando durante la noche, de clientes que están donando productos, dinero, lo que sea. La ciudad, a esta hora de la noche, sigue despierta, viva, de pie: amigos llevando doctores en moto hasta los lugares que se necesitan, gente sacando gente de los escombros, rescatando animales, buscando. Gente ofreciendo sus casas a gente desconocida para que puedan pasar la noche en un lugar seguro porque tienen miedo de volver a casa y que se dé una réplica en cualquier momento, gente subiendo a desconocidos a sus autos para trasladarlos a lugares seguros, en fin. La ciudad no dormirá hoy.


Y seguramente tampoco lo hará mañana, ni los días siguientes, no hasta que se haya agotado hasta la última posibilidad de rescatar a alguien con vida, de ayudar a alguien a encontrar a un ser querido, o de brindarle su apoyo a alguien que lo necesita.


Eso, en esencia, es mi querido México. Cuando nos sucede lo peor, sacamos lo mejor. Cuando la tragedia nos invade, nos unimos y le pegamos un putazo en la cara. Cuando las cosas parecen ir muy mal, hacemos que todo vaya bien. Ayudamos, todos. Los más pobres, los que menos tienen: ayudan. Más que nadie, quizás. Levantan escombros, dan de comer, se quitan el bocado de la boca para dárselo a alguien más. No paran. No paramos. El mexicano tiene una extraña capacidad para seguir, y seguir, y seguir. Para ponerse hombro a hombro y sacarlo todo adelante. Para hacernos sentir orgullosos, muy orgullosos de haber nacido aquí y de vivir en este país.


Hoy les contaba a mis hijos sobre el 85 y me dio mucho orgullo verlos a los 4 preocupados, pero también ocupados. Haciendo lo que pueden, sin preguntarme. Juntando cosas, cargando un trailer, celebrando con sus amigos cada botella de agua que alguien les daba para ayudar a otros. Y pensé en la enorme cantidad de gente en este país que hace lo mismo. Y por un instante, dentro de la enorme tragedia que estamos viviendo, me sentí feliz por ver que a este país no lo tira nada. Que nuestro espíritu es único y que siempre podremos salir adelante de lo que sea, todos juntos.
Es mucho lo malo que se escucha siempre de México. En lo personal me da mucha vergüenza cuando el mundo se entera de lo corrupto que es nuestro gobierno, de lo mal que nos tiene el narco, o de la cantidad de violencia que se vive en muchas de nuestras ciudades. Pero todo eso, por más malo que sea, no se compara con la grandeza de la gente buena que hay en este país.


Hoy vivimos una tragedia, otra vez. Mis oraciones y mi cariño están con todos mis compatriotas que a esta hora no encuentran a un ser querido, o que se encuentran atrapados bajo los escombros de algún edificio esperando ser rescatados, o peor aun, que han fallecido o perdido a alguien. Es triste, muy triste ver de cerca a gente que lo ha perdido todo. Es muy triste recorrer las calles y ver lo que ha pasado hoy en mi querido país y en mi querida ciudad. Y sin embargo puedo asegurarte a ti, que me lees, que no existe otro lugar en el mundo en el que preferiría estar en estos momentos que aquí, porque de la misma manera que vi sacudirse a mi país esta mañana, estoy viendo muy de cerca lo increíbles que somos los seres humanos y lo increíble y grandioso que es nuestro espíritu.


Hoy más que nunca, me siento orgulloso de ser mexicano. Hoy más que nunca sé que a este país no lo tira nada y que de esto saldremos adelante, más unidos y más fuertes que nunca.


Que viva México, siempre.



Centro de Acopio I. Anunciante: Terremoto en México. Producto: 19 de Septiembre de 2017 Terremoto en México. País: México. Categoría: Bien Público.



Centro de Acopio II. Anunciante: Terremoto en México. Producto: 19 de Septiembre de 2017 Terremoto en México. País: México. Categoría: Bien Público.


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