Entrevistas - Argentina

Edgardo Rodríguez: El arte de rehacer

(14/12/17). Con una notable trayectoria sobre sus espaladas, el artista plástico dialogó en exclusiva con LatinSpots. Luego de su participación en El Ojo 2017, explica cómo es producir arte utilizando desechos como materia prima. Además, cuenta de qué manera encara su trabajo para marcas y celebra que se acorte “la distancia entre el mundo empresarial y el arte”.

-¿Cómo describiría el universo de su obra?
-Toda actitud humana creativa pasa a ser universal después del momento en que se produce la separación de la misma con el que la ejecutó. Referente a mi obra específicamente, el universo se corresponde con la propia existencia del ser humano, donde se conjugan los elementos de la tierra con otro componente: la energía cósmica. Somos materia y energía.

-¿Cómo es trabajar para marcas?
-Considero que todos nacemos creativos. Cuando somos niños hacemos obras de teatro, canciones y bailes con nuestros amigos invisibles. Dibujamos un surrealismo expresivo sin condicionamientos estéticos. Picasso dijo: “me llevo toda una vida aprender a dibujar como un niño”. Trabajar para marcas es movilizar al conjunto de humanos ocupados dentro de esa empresa de manera tal que se conecten con el juego de crear, de participar. Encontrarse con ellos mismos y sobre todo ayudar a trabajar en conjunto, con sus compañeros cercanos y quizás lejanos de otras plantas. Es también aprender con alegría del resultado milagroso para todos de lo que se sucede dentro de una creación comunitaria. Por otro lado, en varias ocasiones se nos ha presentado el desafío de acompañar una activación de la marca con arte. Allí donde lo primero que hacemos es escuchar, entender los valores que quiere comunicar la marca, por qué nos elige y de qué manera podemos ofrecer una plataforma consensuada de trabajo para lograr un proyecto en el que todos nos sintamos representados. Para ello, trabajamos en equipo con Solange Guez, que es Licenciada en Marketing, y juntos acortamos rápidamente la distancia entre el mundo empresarial y el arte.

-¿De qué manera trabaja una intervención de un espacio público?
-Trabajar en un espacio público significa comunicarse con la masa urbana, sorprenderla de manera tal que llegue un mensaje de ese espacio modificado por una intervención. En definitiva, que quede grabado en el inconsciente. El espacio público es espacio de todos para todos, en donde intervenir significa también el coraje de hacer expresivo y ampliamente comunicable el concepto del artista plástico, del motivo que lo impulsa.
El concepto de mi obra demuestra al público la situación de peligro que está transitando inconscientemente nuestra madre tierra, sin saber que la frontera es una falacia inventada por los hombres. En realidad, nuestra única nacionalidad es ser terráqueos.

-¿Cuándo comenzó a trabajar con desechos? ¿Qué lo llevo a tomar esta decisión?
-Mi primer contacto con los desechos surgió con mi padre cuando tenía diez años. Él me llevaba a los baldíos de Belgrano a recoger elementos desechados por los humanos para ser reutilizados en la primera morada que tuvo mi familia: todo elemento servía a un fin posterior a su vida, dado que teníamos una huerta y estábamos haciendo nuestra primera casa en Villa España. Mis padres me hicieron ver que todo lo que se desechaba en realidad servía y esa fue la conducta que guío mi vida. La decisión se reafirmó a partir del grado de consumo que nos consume y la desaprensión que se tiene, tanto a nivel empresario como popular, de que uno es dueño de lo que desecha hasta el momento que sabe adónde se procesa para no contaminar. Todo es tierra y le pertenece a ella.

-¿Ha descartado utilizar objetos por no ser “suficientemente deshechos”? ¿En qué momento un objeto pierde su valor de uso original?
-Todo objeto inorgánico aun despreciable es reutilizable, generando una simbiosis con su forma, color, procedencia y la actitud de comunicar propia de las artes plásticas, con el objetivo de llevar un mensaje simultáneamente a la sociedad. Es así que toda obra ejecutada por un trabajador de las artes visuales tiene que comunicar conceptos relevantes en el tiempo y espacio de la sociedad en que está conviviendo. El objeto pierde valor en el uso original cuando se desvincula con el fin para el cual ha sido creado. Ahí se convierte en basura y si se lo clasifica, pasa a ser desecho. Debemos aclarar que todo lo que no podemos digerir, tampoco lo quiere la tierra: eso es el elemento que la contamina.

-¿Cuál es o son los materiales más extraños con los que ha trabajado?
-Desde puchos de cigarrillos hasta piel de pescado, cáscaras de mariscos encontrados en las playas y muchos productos derivados de la industria que son extraños en sí mismos. Todo sirve, es la condición de mi obra y de mi libro explicativo.

-¿Cómo trabaja sobre la resignificación de los materiales que utiliza para realizar sus obras? ¿En qué momento, por ejemplo, una botella reciclada deja de ser tal cosa y se transforma en un traje?
-Estableciendo el concepto de la serie que estoy creando, comienzo a dialogar con los materiales de manera tal de hacer una conjunción de lo que expresa su forma y del tratamiento que se le puede dar a través de distintas técnicas. A su vez, deformando por medio de incisiones o de calor partes del objeto a disposición para incorporarlo a una obra. Puedo citar, por ejemplo, una camisa que tenía en desuso, a la que no era posible siquiera donarla. Sabiendo que contamina (contiene fibras acrílicas), pensé en realizar una incorporación de piezas de plástico uniendo el desuso de una prenda propia con botellas de plástico que adquiero de los cartoneros, que son proveedores de esta materia prima sustancial para mi obra. Posteriormente con Solange Guez (curadora) resolvimos adquirir del Ejército de Salvación camisas en desuso para confeccionar una serie de trajes y formar una comparsa de carnaval. Esto permitió una acción social conjunta de la que participaron hombres y mujeres de todas las edades, percusionistas y un coro con letra propia. Esto, al igual que otras acciones que se han realizado, permitió vincular el arte en una performance llegando al público, evitando la dicotomía que existe entre observador y creador.

-Usted quita “basura” de circulación y le da una sobrevida a materiales que habían sido desechados. ¿Qué importancia tiene para usted el hecho de producir su obra de manera sustentable?
-La importancia reside en que la obra tiene que llevar un mensaje a la sociedad remarcando situaciones conflictivas por las que está atravesando contemporáneamente. El hecho de que un niño comprenda qué elementos contaminan y cuáles no, y de qué manera transformar la realidad, comienza a germinar conciencia, creatividad y los acerca al arte. Esta fue la premisa en todos los talleres que hemos realizado, ya sea en villas de emergencia, sindicatos, escuelas. También desde este concepto nació TACHA, el primer edificio destinado en su totalidad a la investigación, formación y exhibición de arte sustentable. Todas las actividades se centran en la coparticipación con las personas, quienes dejan de ser observadores. Esto se hace presente por ejemplo en “Arte por metro”, proyecto que realizamos a nivel institucional, donde todo el material (papeles contaminados con pinturas) se pega sobre un vinilo autoadhesivo para después ser intervenido en forma colectiva.

-Por último, ¿cómo evalúa su participación en la última edición de El Ojo de Iberoamérica?
-Fue una gran experiencia. Participar en un encuentro donde sus organizadores se preocuparon y ocuparon de que participáramos Solange Guez como curadora y yo como trabajado de artes visuales, es otra forma de llegar didácticamente al público y cumplir con el objetivo de concientización. Hay que trabajar en todas las direcciones para lograr sustentabilidad en un mundo mejor. Todos somos propiedad de la tierra y no la tierra propiedad nuestra.

+ Info del artista en: www.edgardonrodriguez.com