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¿Tu jefe te provoca un daño cerebral?

¿Tu jefe te provoca un daño cerebral?

(15/09/15). La doctora especialista en sistemas neuronales, Fiona Kerr, presentó el mes pasado una charla en el evento Wired for Wonder (Sidney) donde detalló la importancia que un entorno creativo, estimulante e innovador tiene en el rendimiento laboral. Al mismo tiempo, expuso todas las deficiencias que puede tener el cerebro de los trabajadores ante la falta de esas características.

“El peor escenario se da cuando las personas están ahí, pero parecen apagadas. Lo llamo ausente-pero-presente”, disparó Kerr durante su conferencia en Australia. De hecho, destacó que los malos jefes generan malos entornos laborales, situación que afecta en forma negativa el cerebro de los trabajadores. Los principales resultados son la falta de estímulo y el incremento del stress.


En ese contexto, las personas empiezan a llenarse de miedo, sentimiento que genera el incremento de sustancias corporales poco favorables. “El cortisol se asienta como una capa sobre el cerebro, impidiendo que se pongan en marcha todos los conocimientos que se suelen tener y que se puedan aprender cosas nuevas”, explicó la doctora.


Pero los malos jefes no solo pueden volver a sus empleados más tontos, sino que también les producen insuficiencias cardíacas, llevándolos al punto de un posible infarto como resultado del stress crónico. A su vez, generan que la adrenalina se incremente en forma gradual.


Sin embargo, observó que el cerebro de una persona, en un ambiente floreciente y motivador, luce diferente. Es más complejo y permite que los pensamientos y las ideas quiebren con las ideas que se suelen tener durante la rutina. En otras palabras, los hacen pensar “out of the box”. Y, como en los ejemplos anteriores, esto depende del líder.


En los estudios que realiza desde hace una década, Kerr identificó que las organizaciones más innovadoras tienen un jefe con una clara visión de negocios, que prioriza el trabajo colaborativo antes que el control, además de contar con un set positivo y fuerte de valores.


Si bien aceptó la necesidad de las reglas, no desestimó que éstas puedan modificarse. “Si alguien tiene una buena forma de solucionar un determinado problema, y la norma le impide concretarlo, entonces es una norma ineficiente”, explayó. De hecho, hizo hincapié en aquellos líderes -o jefes- que le adjudican suma importancia a las estructuras y a los procedimientos. Desde su postura, eso interrumpe el espíritu colaborativo y drena la productividad. La respuesta más usual: el incremento de las reglas.


“En general, esa clase de personas empiezan diciendo: “Vamos a tener reglas para que haya cinco minutos para ir al baño”, concluyó la doctora Kerr.


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