Columnas - Argentina

Intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner: ¿los influencers deberían pronunciarse?

Intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner: ¿los influencers deberían pronunciarse?

(12/09/22). Argentina estuvo atravesando unos días convulcionados por el intento de asesinato a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner el jueves 1 de septiembre por la noche. Ese día y el siguiente empezaron a circular por las redes sociales distintas expresiones de repudio y preocupación y también una condena sostenida a los discursos de odio que pueden haber ayudado a provocar ese atentado, Juan Marenco, CEO de BeInfluencers analiza las críticas a los influencers entre ellos Paulina Cocina.

Estos días los que vivimos en la Argentina estamos convulcionados por el intento de asesinato a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner el jueves 1 de septiembre por la noche. Ese día y el siguiente empezaron a circular por las redes sociales distintas expresiones de repudio y preocupación y también una condena sostenida a los discursos de odio que pueden haber ayudado a provocar ese atentado.


Pasaron las horas y la demanda de pronunciamiento fue cada vez mayor y empezó a impactar no sólo a la clase política, sino a famosos y, obviamente, influencers. Ese fue el caso de Paulina Cocina quién contó en una serie de historias de instagram como recibió ataques, insultos, comentarios de odio a partir de no haber expresado nada referente al atentado. A pesar de no ser necesario, Paulina contó en detalle que está de viaje, sin conexión a sus redes sociales, intentando desconectarse y que dudó mucho de escribir algo, tanto que lo hizo y después decidió no publicarlo. Algo que posiblemente le pasó a cientos de personas.


Resulta increíble ver como personas que siguen a un influencer porque les gusta, porque les cae bien, porque les divierte, porque les interesa o porque creen que es un famoso a seguir crean que puedan exigirle a otro hacer o decir tal o cual cosa y no es la primera vez que pasa. En otros hechos como la despenalización del aborto o las elecciones parecía que los influencers tenían que pronunciarse, que era un deber por ser personas con relevancia y era inconsebile que no lo hicieran.


Casualmente hace unas semanas, en el Método Rebord, Paulina Cocina tuvo una charla con el conductor donde se tocó la problemática: pareciera ser que en la época de la Cultura de la Influencia, ser seguidor, fan, admirador de alguien implica que querramos pensar exactamente igual que ese referente o mejor dicho, queremos que ese referente piense exactamente como nosotros queremos que piense. No podemos tolerar la contradicción de querer cocinar la tarta de atún de Paulina Cocina (que, ya que estamos, es una gran receta) y que ella piense distinto políticamente. Insert meme de Moria Casán haciendo montonsito.


¿En qué momento pasamos de admirar a una persona por un tema a pedirle que sea como nosotros? Quizás es un comportamiento histórico, que estuvo siempre, pero que hoy se ve potenciado exponencialmente por las redes sociales y por tener a esa persona a un comentario o un mensaje directo de distancia. Pareciera ser que el histórico debate sobre separar la obra del artista que siempre tuvo ribetes más polémicos cuando se hablaba de filósofos que tuvieron vínculos con el nazimo o artistas acusados de pedofilia, hoy se lleva a un terreno superficial de necesitar que se comporten exactamente como uno desearía.


Pareciera ser que sentimos cierta impunidad al escribir un mensaje que, en otro momento podría haber sido una charla de una mesa familiar, sin pensar ni medir las consecuencias de insultar a alguien, de agredirlo o simplemente de creer que tenemos el derecho de exigirles que se comporten de tal o cual manera. La distancia mínima nos permite actuar en caliente y hacer cosas que posiblemente no haríamos en persona, ¿alguien se imagina a esas personas insultando a Paulina Cocina por la calle para decirle que debería haber escrito un mensaje? No tengan duda, la respuesta es no.


Estas acciones se enmarcan también en un contexto de violencia discursiva, aumento de la grieta, cultura de la cancelación y en una construcción naif de pensar que expresarse políticamente es escribir un tweet. Como decíamos antes, parte de una superficialidad respecto a temas importantes que corre el riesgo de banalizarlos tal como está haciendo la cancelación que se está transformando más rápido que lento en un motor de amenaza permanente para los influencers y para todo aquel que quiera generar contenidos. Parece que ya no basta con ser políticamente correcto sino que hay que expresarse en el momento y de la forma que cierta parte de la audiencia exige.


Tal como decíamos al principio, esto no puede ser sino una mala noticia, una forma de coerción que, no solo limita la libertad de expresión generando autocensura, sino que impide la necesaria existencia de debates, discursos contrapuestos, cruce de ideas y pensamientos distintos.


La cultura digital vino con la promesa de traer diversidad, democratización y hoy se está transformando en un lugar de polarización y persecución permanente. Por suerte somos muchos los que trabajamos para reivindicar esos valores iniciales y que vamos a seguir intentando sostenerlos.


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